Francisco Guerrero fue el primer asesino en serie de México, activo en 1888, quien asesinaba a mujeres y luego arrojaba sus cuerpos. Fue capturado, indultado una vez pero volvió a delinquir, siendo finalmente enviado a San Juan de Ulúa donde se perdió su rastro.

San Martín menciona en su libro 'La Mente de los Violentos' que la principal diferencia entre sociópatas y psicópatas radica en sus límites morales y legales, donde los psicópatas carecen de ellos y disfrutan infringiendo normas. Los psicópatas son conscientes de su condición y buscan satisfacer sus necesidades a través de la transgresión de normas.

La psicopatía no se puede detectar en edades tan tempranas, generalmente se manifiesta alrededor de los 17-18 años. Las características principales de un psicópata incluyen la falta de empatía, incapacidad para establecer lazos emocionales y la ausencia de remordimiento.

Gregorio Cárdenas, un brillante estudiante de ciencias químicas, se convirtió en un asesino en serie en los años 40 en México. Estranguló y experimentó con sus víctimas, incluyendo prostitutas y una estudiante, en su casa en la calle de Tacuba.

Goyo Cárdenas es investigado por la desaparición de Graciela Arias, confesando los homicidios de cuatro mujeres tras ser llevado a reconocer los cuerpos enterrados. A pesar de pasar años en prisión, nunca volvió a admitir los crímenes.

El descubrimiento de los cuerpos del caso de Goyo Cárdenas y Graciela Arias se da a conocer a través de dos versiones: una basada en tierra removida y zapatos visibles desde los techos, y la otra relacionada con la cercanía de Mar del Norte a la escuela de ciencias químicas en Tacuba.